Estamos en el final de un año que nos ha marcado, lleno de situaciones complejas, aislamiento, angustia y ansiedad por la incertidumbre que ha dejado a su paso.
Un año en el que hemos echado acopio de todas nuestras herramientas internas para enfrentarlo,
Que nos ha golpeado en lo más profundo de nuestro ser pero que nos ha traído grandes enseñanzas que quizá, apenas estamos comenzando a mirar o tal vez aún no.
Este año nos ha mostrado que todo cambia, que nada permanece, que somos finitos y que la vida transcurre independientemente de nosotros mismos.
Eramos otros al inicio del año, sueños, expectativas, proyectos…
Y ahora, tal vez truncados todos ellos o algunos, tratando de continuar el camino buscando nuevas formas de estar y de ser.
Este año nos ha roto de alguna forma
Nos ha maltratado y nos ha ahogado en un silencio hondo y lacerante
Nos ha apartado de nuestros seres queridos y de nuestro modo de vida, ese, qué creíamos inamovible.
Muere el 2020 y nace el 2021 que no se vislumbra con mejores condiciones, al menos, no al principio.
Algunos hemos pasado por mas de una dificultad aparte de lo obvio y hemos perdido más allá de esto que ya sucede.
Situaciones agregadas a lo ya muy difícil de digerir y que nos han hundido en un hueco profundo y oscuro del que estamos intentando salir
Cada quien con sus vivencias personales de muerte física y emocional sabe lo que ha tenido que atravezar
Pero… seguimos en pie
Sostenidos de una esperanza, de esta esperanza que nos da el seguir con vida y haber sobrevivido
Nada esta dado por sentado, ahora menos que nunca, nada nos asegura que no seguiremos perdiendo en este año que comienza
Pero estaremos presentes, en la vida, caminando o tal vez cojeando, a la espera de que todo mejore por qué como siempre, esto también terminará.
Y seremos distintos después de que todo acabe, la vida misma será distinta, habremos dejado atrás lo que éramos y nos reinventaremos… paso a paso, hueso a hueso, a nuestro propio ritmo, que es diferente del del de los demás.
La vida nos detiene por unos instantes que parecen siglos
Unos instantes en los que nos hemos perdido un poco o un mucho y que dentro de la pérdida, nos invita a encontrarnos
A encontrarnos en la vida y fluir con ella a como tenga que ser
y nos volveremos a encontrar con nosotros mismos y con los demás
mas fuertes tal vez, más sabios, mas empáticos, más asertivos
Es momento de tocar y vivir la tristeza, el enojo el miedo, la incertidumbre, la frustración y toda emoción o sentimiento que esto nos genere
Solo así trascenderemos hacia una nueva realidad que nos hará crecer como seres humanos
No estamos solos, nos tenemos y si nos hemos perdido, hemos de recuperarnos con todo lo que eso implica.
Acerquemonos a nuestra espiritualidad, esa parterre nuestro ser en donde estamos seguros, esa fuerza mas allá de nosotros que vive en nuestro interior, como sea que cada quien le llame
Dios, Universo, Naturaleza, Amor…
Abracemos nuestro ser interno y reencontremos nuestra esencia, esa, que aún está ahí, esperando se vista y resucitada para sostenernos en la vida
Esta vida que ahora tenemos y que nos invita a vivirla.
Festejemos de manera distinta estas fiestas de fin de año, en silencio, hacia adentro, es necesario hacerlo y ahí, en ese lugar maravilloso que nos habita, reencontrar a la vida y… vivir.
Por qué vivir, ya es un gran regalo ¿Con que lo vamos a envolver?
Esperando que estes bien y los tuyos.
Dra Marcela Ortega.
Tú Tanatóloga.♥